Junto a los compañeros de la Asociación Fotográfica de la Safor, a las 8 de la mañana emprendimos el kilómetro y medio que separa el final de la carretera con esta maravilla natural, que en su dia suministró la piedra para la construcción de la Iglesia de Jávea.
A través de una senda escarpada con mucho desnivell, pudimos divisar la Torre del Gerro, que data del siglo XVI y forma parte de la multitud de puntos de vigilancia que existian a lo largo de la costa mediterrania para prevenir los ataques de los pirates.
La llegada a la cueva sin problemes nos permitió, tras un breve descanso, contemplar las sombras y contraluces que se producen en esta hora del dia, y tras dotarnos de unas zapatillas adecuadas nos refrescamos en el agua, aprovechando nuestros trípodes para realizar composiciones desde el interior del mar.
La visita al interior de la cueva es obligada, a fin de experimentar la oscuridad y silencio total que en ella se produce. “Escuchar el silencio” es una sensación que solo se da en determinados lugares como éste.
La vuelta fue más dura, al impactar el fuerte sol sobre nuestras cabezas, aunque fuimos recompensados con varias jarras de fria cerveza y un estupendo bocadillo que nos preparo uno de los bares cercanos, donde aprovechamos para contar algun chiste e intercambiar experiencies.
Rafa Ortiz
10 julio 2016
